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El ataque a una escuela en Peshwar al noroeste de Pakistán que dejó al menos 145 muertos - casi todos niños - establece los niveles más bajos de depravación a manos de milicias talibanes paquistaníes. Trágicamente, el ataque es un eslabón en la cadena de ataques deliberados  contra escuelas tanto en Pakistán como en todo el mundo.

El grupo talibán paquistaní, Tehreek-e-Taliban (TTP) calificó el ataque a la escuela, donde los militantes sistemáticamente fueron de aula en aula disparado contra niños y maestros, como una venganza por la ofensiva militar que inició en junio en las zona  norte de Waziristán. El portavoz talibán Muhammad Umar Khorasani dijo que el ataque estaba destinado a hacer que el ejército "sintiera  dolor" por supuestamente "atacar a nuestras familias y mujeres."

El ataque fue de una brutalidad y horror incomprensible, incluso para un grupo que en diversas ocasiones ha demostrado un desprecio por la vida de civiles. En su guerra contra el gobierno paquistaní, el TTP ha violado con frecuencia el derecho internacional humanitario que prohíbe a las fuerzas armadas cometer ataque deliberados, indiscriminados o desproporcionados contra la población civil. El grupo TTP fue el mismo que le disparó en la cabeza a Malala Yosafzai en 2012 como represalia por su lucha a favor de  la educación de las niñas.

Entre 2009 y 2012 hubo al menos 838 ataques a escuelas en Pakistán que dejaron cientos de escuelas destruidas. A nivel mundial, unos 30 países han experimentado un patrón de ataques intencionados contra escuelas, maestros y alumnos en los últimos cinco años, de acuerdo con la Coalición Global para Proteger la Educación de Ataques, un grupo de organizaciones no gubernamentales y tres agencias de las Naciones Unidas que trabajan en conjunto para prevenir y responder a tales ataques. La Coalición ha documentado los asesinatos de cientos de estudiantes y educadores, y también numerosos heridos. Como resultado, la violencia ha privado de acceso a la educación a cientos de miles de personas o los ha obligado a estudiar y enseñar en un entorno dominado por el miedo.

En el mismo momento del atentado de Peshawar, 37 países encabezados por Noruega y Argentina junto con 10 organizaciones internacionales se reunían en Ginebra para promover la necesidad de proteger la educación en tiempos de guerra. Este trágico evento concedió con la divulgación de las Directrices para la Protección de Escuelas y Universidades de uso militar durante los conflictos armados.

El ataque en Peshawar ha sentado un precedente para que el pueblo ejerzan presión sobre el gobierno de Pakistán para que mejore la seguridad en sus escuelas a fin de proteger a estudiantes y educadores de futuras atrocidades. El gobierno también debería intensificar sus esfuerzos para detener y procesar a los militantes  del TTP u otras organizaciones que consideren las escuelas como sitios de ataques y de violencia. Otros países pueden demostrar su solidaridad con las víctimas del atentado a la escuela de Peshawar no sólo expresando su indignación, sino promoviendo las nuevas Directrices como una medida de expresión de que ese tipo de ataques deben definitivamente acabar.

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