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El 3 de marzo de 2022, aviones rusos arrojaron simultáneamente varias bombas no teledirigidas que cayeron en una intersección de un barrio residencial de la ciudad de Chernihiv, ubicada en el noreste de Ucrania, señaló hoy Human Rights Watch.

En el ataque, que se produjo alrededor de las 12:15 p.m., hora local, murieron, al menos, 47 personas y muchas otras sufrieron heridas, según indicaron autoridades locales. Provocó daños importantes en una torre de departamentos, un hospital y varios otros edificios residenciales y comerciales, en uno de los cuales había una farmacia. Las ventanas en la mayoría de los edificios ubicados en los alrededores de la intersección están destrozadas, y gran parte de la superficie se encuentra calcinada y cubierta de escombros.

“Las fuerzas rusas lanzaron bombas sobre un barrio residencial a mitad del día y han destruido viviendas, matado y lesionado a decenas de personas y aterrorizado a los residentes”, manifestó Ida Sawyer, directora de crisis y conflicto de Human Rights Watch. “La Corte Penal Internacional y otras autoridades pertinentes que investigan posibles crímenes en este conflicto deben determinar si en Chernihiv se cometió un crimen de guerra y deben dar señales claras de que las personas responsables rendirán cuentas de sus actos”.

Si bien Human Rights Watch no pudo excluir de manera definitiva la posibilidad de que hubiera un objetivo militar en el área al momento del ataque, no encontró evidencias de que tal objetivo importante existiera en la intersección o cerca de ella cuando se produjo el hecho. Esto sugiere que las fuerzas rusas violaron su obligación en virtud del derecho internacional humanitario de tomar todas las precauciones posibles para evitar o reducir al mínimo las víctimas civiles y los daños a bienes de carácter civil, e indica que se trataría de un ataque indiscriminado potencialmente deliberado o imprudente, en tanto, no parece que se haya tenido en la mira un objetivo militar específico.

Human Rights Watch entrevistó por teléfono a tres testigos del ataque (un médico y otros dos residentes de Chernihiv), así como a otros dos residentes de esa ciudad que tenían conocimiento del ataque. También corroboró y analizó 22 videos y 12 fotografías tomadas durante el ataque y con posterioridad a este.

Un editor de video de 28 años, quien vive en el piso 13 del edificio de departamentos de 17 pisos que fue atacado, contó que estaba viendo las noticias con su novia cuando escucharon la sirena de ataque aéreo, el sonido de una aeronave cerca y, luego, una explosión. Corrieron al vestíbulo, cerraron la puerta del apartamento y se resguardaron detrás de la pared. “Luego hubo una gran explosión”, relató. “Todo se cubrió de polvo. Nos preocupaba que hubiera un incendio, así que comenzamos a bajar las escaleras. Vimos puertas derribadas en todos los departamentos, que estaban totalmente destruidos; podíamos ver el cielo a través de ellos”. Finalmente, lograron llegar al sótano del edificio.

Dice que, desde el punto de observación en altura que tenía a través de la ventana del piso 13, no había visto vehículos militares ni soldados en el área antes del ataque, ni siquiera los días anteriores. Cuenta que, según lo que sabía, “no hay objetos militares en nuestro vecindario, ni siquiera objetos estratégicos”. En su opinión, el objetivo del bombardeo fue “quebrantar nuestra voluntad”. Otros testigos también han manifestado, en todos los casos, que no tenían conocimiento de operaciones u objetivos militares en la zona. Nadie informó haber escuchado alertas antes del ataque.

Dijo que su edificio era el más alto del vecindario y tenía varias tiendas en la planta baja, como un popular mercado de carnes y un lugar de venta de agua limpia. Es un barrio residencial, con varios hospitales cerca, así como tiendas de comestibles y farmacias.

Otro testigo contó que estaba comprando comestibles y que, mientras abandonaba la tienda, escucho una “gran explosión”. Después, “todo se llenó de humo”, dijo.

Un médico que se encontraba en un hospital de niños en las proximidades, que también sufrió daños debido al ataque, manifestó que estaba en el sótano cuando, de repente, vio que la gente llegaba corriendo desde la planta baja. “Fue como una tormenta de viento: todo el sótano se llenó de polvo”, contó. “Después hubo una explosión. Varias ventanas estallaron y hubo mucha vibración. Tenemos explosiones todos los días, pero esta fue muy potente”.

A pesar de los daños en las ventanas del hospital, el médico contó que él y sus colegas pudieron tratar a 35 personas heridas que llegaron en la hora posterior al ataque. Entre estas personas había hombres, mujeres y niños de entre 7 y 55 años. El médico dijo que vio lesiones compatibles con heridas por fragmentación primarias, secundarias y terciarias. Un niño de 9 años tenía un corte profundo en el tobillo y una niña de 8 años había recibido el impacto de un fragmento en el rostro. Ambos fueron trasladados a la unidad de trauma. Un niño de 11 o 12 años fue trasladado a la unidad de cuidados intensivos porque tenía esquirlas de metal en el cerebro y daño en el cráneo. Un hombre que llegó muerto al hospital presentaba lesiones graves en el cráneo.

El médico dijo que en el hospital escaseaban insumos médicos básicos para tratar a los heridos y que no había materiales suficientes para contener sangrados y realizar otros tratamientos de primeros auxilios, antibióticos, dispositivos para reparar huesos fracturados ni equipos de infusión.

También comentó que el hospital hacía todo lo posible por seguir proporcionando atención a los pacientes que habían estado recibiendo tratamiento antes del ataque. Un voluntario que coordina la asistencia humanitaria en el hospital realizó una grabación de los momentos posteriores al ataque y la compartió con Human Rights Watch, que la verificó de manera independiente. Los 11 videos grabados el 3 de marzo incluyen uno efectuado frente al hospital dos minutos después de que comenzó el ataque.

En otro, grabado en la mañana del 4 de marzo, se incluye una entrevista a una mujer que lleva en brazos a su hijo de 2 años que había estado recibiendo tratamiento por leucemia. “Estamos en la última parte del tratamiento [quimioterapia] y realmente necesitamos terminar el proceso para evitar la posibilidad espantosa de que haya una recaída”, le dijo. Sin embargo, contó, debido a los reiterados ataques rusos sobre Chernihiv, ha sido imposible continuar con el tratamiento. “Por sobre todas las cosas, deseo estar en un lugar seguro y seguir el tratamiento. Abandonar una ciudad que está siendo ocupada más y más cada día, cada hora”.

En la grabación realizada en el hospital luego del ataque se observa a dos hombres con uniformes militares ucranianos —uno gravemente herido, sobre una camilla— y a otras seis personas con bandas amarillas en los brazos, que parecen ser miembros de las Fuerzas de Defensa Territorial conformadas por ciudadanos voluntarios. No está claro si esas personas se encontraban en el área al momento del ataque. Sin embargo, incluso si algunos miembros de estas fuerzas se encontraban en las inmediaciones del ataque, es poco probable que permita justificar al ataque militar como proporcionado, si se tiene en cuenta la pérdida de vidas y las lesiones de civiles y el daño a objetos de carácter civil, manifestó Human Rights Watch.

Los ataques desproporcionados causados de manera intencional o imprudente constituyen crímenes de guerra y cada parte del conflicto debe hacer todo lo posible por evaluar si se puede prever que un ataque provocará, en forma individual o combinada, este tipo de pérdidas civiles incidentales, que serían excesivas en relación con la ventaja militar concreta y directa anticipada.

El derecho internacional humanitario o las leyes de guerra prohíben los ataques o la amenaza de ataques cuyo principal objetivo sea aterrorizar a la población civil. Los ataques contra objetos civiles que no tienen un propósito militar evidente podrían violar esta prohibición. 

Las fuerzas ucranianas también tienen la obligación de tomar todas las precauciones posibles para proteger a la población civil y a los objetos civiles bajo su control frente a los efectos de los ataques. Una de esas precauciones es evitar operar desde un área donde haya civiles y objetos de carácter civil, y procurar que los civiles no ingresen en áreas de hostilidades activas.

El uso de armas explosivas con efectos de amplio alcance en áreas pobladas aumenta la preocupación por la posibilidad de ataques ilícitos, indiscriminados y desproporcionados. Estas armas son, de por sí, imprecisas o proyectan múltiples municiones al mismo tiempo y tienen un gran radio de destrucción. Esto incluye el uso de proyectiles de gran calibre y bombas aéreas no teledirigidas ni controladas, como las que se utilizaron en el ataque del 3 de marzo en Chernihiv. Debe evitarse el uso de estas armas en áreas pobladas.

La nueva investigación que impulsa la Corte Penal Internacional sobre los acontecimientos en Ucrania y la Comisión de Investigación de las Naciones Unidas deberían indagar sobre el ataque del 3 de marzo en Chernihiv, sostuvo Human Rights Watch.

“Las consecuencias del ataque que golpeó a Chernihiv el 3 de marzo se sentirán durante largo tiempo, mientras los residentes siguen viviendo bajo la amenaza constante de nuevos ataques”, comentó Sawyer. “Las partes del conflicto deben cerciorarse de que todos los residentes de Chernihiv tengan acceso a la atención médica que necesitan y que los civiles puedan dejar la ciudad de manera segura”.

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