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Municiones de racimo: Perú destruye armas almacenadas

Todas las partes del tratado cumplen ahora con la prohibición de almacenamiento de reservas

Municiones de racimo y sus submuniciones siendo preparadas para su destrucción. © 2022 Norwegian People’s Aid

(Nueva York, 18 de diciembre de 2023) – La destrucción por parte de Perú de sus municiones de racimo es un hito importante para el tratado internacional que prohíbe esas armas, dijo hoy Human Rights Watch. Perú ha sido el último Estado parte en cumplir con esta obligación esencial, lo que subraya el rechazo global a las municiones de racimo, pese a que los países que no se han adherido a la Convención sobre Municiones de Racimo continúan usándolas, produciéndolas y transfiriéndoselas a terceros.

“La eliminación por parte de Perú de sus municiones de racimo es un enorme logro de cara al cumplimiento de los términos de la Convención sobre Municiones de Racimo”, señaló Mary Wareham, directora de incidencia de la división de armas de Human Rights Watch. “Los gobiernos deberían aplicar el mismo vigor y determinación a la hora de limpiar y destruir los restos de municiones de racimo de áreas contaminadas y para ayudar a las víctimas de estas armas”.

La Convención sobre Municiones de Racimo de 2008, de la que son parte 112 países, entre ellos Perú, prohíbe completamente las municiones de racimo y exige la destrucción de los arsenales, la limpieza de los restos de municiones de racimo y la asistencia a las víctimas de estas armas.

Perú nunca fabricó ni utilizó municiones de racimo, pero las importó en el pasado, antes de adoptar la Convención, que entró en vigor en Perú en 2013. En 2017 comenzó a destruir un arsenal de 2.012 municiones de racimo de uso desde el aire y 162.417 submuniciones. Perú inicialmente se comprometió a destruir las reservas antes de la fecha límite de la Convención de marzo de 2021, pero posteriormente solicitó y recibió una prórroga de tres años.

Perú finalizó el proceso de destrucción el 15 de diciembre de 2023, convirtiéndose en el último Estado parte en cumplir con esta obligación.

Según el Monitor de Municiones de Racimo, que Human Rights Watch ayuda a elaborar, antes del inicio del esfuerzo global para prohibir las municiones en racimo, aproximadamente 95 países almacenaban millones de municiones de racimo, que contenían más de mil millones de submuniciones.

El artículo 3 de la Convención sobre Municiones de Racimo exige que cada Estado parte declare y destruya todas las municiones en racimo almacenadas bajo su jurisdicción o control lo antes posible, pero a más tardar ocho años después de que el tratado entre en vigor en ese país.

En total, los Estados parte en la Convención han destruido 1.489 millones de municiones en racimo y 179 millones de submuniciones, que constituyen la totalidad de las municiones de racimo declaradas. De los 112 Estados que han ratificado la Convención sobre Municiones de Racimo, 43 Estados parte declararon existencias de municiones en racimo que ahora han destruido por completo, mientras que el resto nunca las tuvo o las destruyó mucho antes de que se adoptara la Convención en 2008.

A principios de 2023, Bulgaria, Eslovaquia y Sudáfrica, que son Estados parte, anunciaron formalmente haber concluido la destrucción de sus municiones de racimo almacenadas, un proceso que duró años. Los tres países destruyeron un total de 9.582 municiones de racimo y 585.422 submuniciones.

Las municiones de racimo pueden lanzarse desde tierra mediante sistemas de artillería, cohetes, misiles y proyectiles de mortero, o arrojarse desde aviones. Por lo general, se abren en el aire y dispersan múltiples submuniciones o pequeñas cargas explosivas en un amplio radio. Muchas submuniciones no estallan en el momento del impacto, por lo que dejan peligrosos restos similares a las minas terrestres que pueden herir y matar indiscriminadamente durante años, hasta que son retiradas y destruidas.

El Monitor de Municiones de Racimo concluyó que el 95 por ciento de las personas reportadas muertas o heridas por municiones de racimo durante 2022 eran civiles. Los ataques con municiones de racimo mataron o hirieron al menos a 987 personas en 2022, de las cuales 890 estaban en Ucrania, donde Rusia ha utilizado antiguas reservas de municiones de racimo y otras recientemente desarrolladas desde su invasión a gran escala iniciada el 24 de febrero de 2022. Las fuerzas ucranianas también han utilizado municiones de racimo, provocando víctimas civiles.

El ejército de Myanmar y las fuerzas del gobierno sirio también utilizaron municiones de racimo en 2022, causando daños a civiles. Ninguno de estos países ha firmado o ratificado la Convención sobre Municiones de Racimo.

Estados Unidos tampoco ha prohibido las municiones de racimo y en julio y septiembre de 2023 transfirió a Ucrania una cantidad no especificada de estas armas almacenadas de 155 mm a ser lanzadas por artillería, que liberan submuniciones DPICM con una tasa de falla de municiones sin detonar (UXO, por sus siglas en inglés) de entre 6 y 14 por ciento. En octubre, Estados Unidos transfirió a Ucrania sus existencias de municiones de racimo lanzadas por misiles balísticos (ATACMS) con un alcance de 160 kilómetros (100 millas), cada una de las cuales contiene 950 submuniciones M74. La tasa de falla de estas municiones de racimo se estima en entre el 5 y el 10 por ciento.

Se cree que al menos 47 países que no han firmado ni ratificado la Convención sobre Municiones de Racimo almacenan reservas de estas armas, incluidos Brasil, China, Corea del Norte, Corea del Sur, Egipto, Estados Unidos,

Grecia, India, Irán, Israel, Pakistán, Polonia, Rumania, Rusia, Singapur y Turquía, que son productores de municiones de racimo.

En septiembre, los Estados parte de la Convención condenaron “cualquier uso de municiones de racimo por parte de cualquier actor”. Expresaron “grave preocupación por el aumento significativo de las víctimas civiles y el impacto humanitario resultante del uso repetido y bien documentado de municiones en racimo” desde 2021, particularmente con respecto al “uso de municiones de racimo en Ucrania”.

“Los países que continúan produciendo, utilizando o transfiriendo municiones de racimo deberían reconsiderar sus acciones a la luz del daño civil que causan”, dijo Wareham. “Deben adaptar sin demora sus políticas y prácticas a la prohibición internacional de las municiones de racimo”.

Estados partes de la Convención sobre Municiones de Racimo que han completado la destrucción de arsenales

Estado parte (año de finalización)

Municiones de racimo

Submuniciones

Alemania (2015)

573.700

62.923.935

Austria (2010)

12.672

798.336

Bélgica (2010)

115.210

10.138.480

Bosnia y Herzegovina (2011)

445

148.059

Botsuana (2018)

510

14.400

Bulgaria (2023)

6.905

190.919

Camerún (2017)

6

906

Canadá (2014)

13.623

1.361.958

Chile (2013)

249

25.896

Colombia (2009)

72

10.832

Côte d’Ivoire (2013)

68

10.200

Croacia (2018)

7.235

178.318

Cuba (2017)

1.856

No reportado

Dinamarca (2014)

42.176

2.440.940

Ecuador (2004)

117

17.199

Eslovaquia (2023)

1.235

299.187

Eslovenia (2017)

1.080

52.920

España (2018)

6.837

293.652

Filipinas (2011)

114

0

Francia (2016)

34.876

14.916.881

Hungría (2011)

287

3.954

Italia (2015)

4.963

2.849.979

Japón (2015)

14.011

2.027.907

Macedonia del Norte (2013)

2.426

39.980

Moldavia (2010)

1.385

27.050

Montenegro (2010)

353

51.891

Mozambique (2015)

293

12.804

Noruega (2010)

52.190

3.087.910

Países Bajos (2012)

193.643

25.867.510

Perú (2023)

2.012

162.417

Portugal (2011)

11

1.617

Reino Unido (2013)

190.832

38.759.034

República Checa (2010)

480

16.400

Sudáfrica (2023)

1.495

99.465

Suecia (2015)

370

20.595

Suiza (2019)

206.061

12.211.950

Total

1.489.798

179.063.481

Esta tabla refleja datos proporcionados por los Estados parte en el marco de la Convención sobre Municiones de Racimo. Afganistán, la República del Congo, Guinea-Bissau, Irak, Honduras y Nigeria han destruido sus reservas de municiones de racimo, pero no están incluidos porque no proporcionaron información sobre las cantidades destruidas.

Human Rights Watch cofundó y preside la Coalición contra las Municiones de Racimo, la coalición global de organizaciones no gubernamentales que trabajan para erradicar las municiones de racimo.

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