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La obscena obsesión del Reino Unido

Boletín informativo, 23 de abril de 2024

Manifestantes sostienen pancartas ante el Tribunal Supremo del Reino Unido tras dictaminar que el plan de asilo a Ruanda del gobierno británico es ilegal, Londres, Reino Unido, 15 de noviembre de 2023. © 2023 Steve Taylor/SOPA Images/Sipa via AP Photo

Hoy se dará un paso clave en un largo esfuerzo del gobierno del Reino Unido por ser cruel. El atroz proyecto de ley de deportación de Ruanda fue finalmente aprobado anoche por el Parlamento y pronto recibirá el visto bueno real para convertirse en ley.

El gobierno no ha perdido el tiempo y ha prometido que los primeros vuelos de solicitantes de asilo deportados de Reino Unido con destino a Ruanda se producirán en breve. Es de esperar que en los próximos meses se produzcan muchas impugnaciones legales, así como más titulares de incitación al odio contra los extranjeros y la demonización de los defensores de los derechos humanos.

En los últimos años, el gobierno ha impulsado con fuerza esta idea de la deportación de Ruanda. Ha sido una especie de obsesión para ellos. Una ex ministra de Interior británica del gobierno conservador incluso lo llamó así: enviar a solicitantes de asilo a Ruanda, dijo que era su "sueño" y su "obsesión".

No importa que Ruanda no sea un lugar seguro al que enviar a la gente: es conocida por ejecuciones extrajudiciales, muertes bajo custodia, desapariciones forzadas y torturas. No importa que el Tribunal Supremo del Reino Unido haya confirmado que Ruanda no es un lugar seguro para enviar solicitantes de asilo.

No, el gobierno británico ha seguido adelante a pesar de todo, tratando de eludir la sentencia del Tribunal Supremo con este nuevo proyecto de ley. Es una medida que socava el Estado de derecho y sienta un precedente peligroso y antidemocrático.

También se suma a sus años de socavar las pruebas, ignorar los informes de las organizaciones de derechos humanos e incluso hacer caso omiso de las propias evaluaciones del gobierno sobre la situación en Ruanda.

Hasta dónde está dispuesto a llegar el gobierno británico en su obsesión también se puede poner en cifras. Según la Oficina Nacional de Auditoría -que es el organismo oficial de control del gasto en el Reino Unido-, el plan costará a los contribuyentes 1,8 millones de libras por solicitante de asilo expulsado. Es decir, 2,2 millones de dólares por cada uno.

Por lo visto, la crueldad no sale barata.

¿De verdad que el gobierno británico no se ha parado ni un segundo a pensar en los costos? ¿No se han dado cuenta de que podrían tratar a estas personas humanamente en el Reino Unido por una fracción de ese precio?

Pero está claro que al gobierno no le importa el coste del plan para los contribuyentes, como tampoco le importa la crueldad que infligirá a los solicitantes de asilo. Lo que les importa parece ser señalar que son "duros" con los solicitantes de asilo, sin importar quién pague con sangre o dinero.

Esta obscena obsesión les ha motivado durante tanto tiempo que parece que no pueden pensar racionalmente en las consecuencias. Y como ocurre con muchas obsesiones incontroladas, les ha llevado a la locura: locura financiera y moral.

 

 

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