Si hay algo que todo el mundo debería aprender del conflicto de Israel y Palestina de las dos últimas semanas -y, de hecho, de los conflictos de todo el mundo de los últimos tiempos- es lo siguiente: las atrocidades no justifican las atrocidades.
Si lees un millón de frases sobre estos acontecimientos, al menos recuerda estas cinco palabras.
No es difícil captar la idea básica. Las "leyes de la guerra" se aplican a todos los bandos en un conflicto, y cuando un bando viola esas leyes, no da licencia al otro bando para ignorarlas. De hecho, nada de lo que haga un bando puede excusar los crímenes de guerra del otro.
Por ejemplo, el hecho de que combatientes palestinos cometieran crímenes horribles contra civiles israelíes no justifica que las autoridades israelíes cometan crímenes de guerra contra civiles palestinos. Impedir deliberadamente el suministro de ayuda a los civiles es un crimen de guerra, como lo es castigar colectivamente a los civiles.
Del mismo modo, la represión sistemática de los palestinos por parte de las autoridades israelíes durante décadas, que equivale a los crímenes de lesa humanidad de apartheid y persecución, y el mantenimiento de los 2,2 millones de habitantes de Gaza en lo que es efectivamente una prisión al aire libre durante más de 16 años, nada de eso justifica los crímenes de guerra de Hamás.
No hay excusas para los crímenes de guerra. Las normas son las normas. Las atrocidades no justifican las atrocidades.
Por supuesto, es importante comprender el contexto de cualquier conflicto armado. Hay una historia, tanto reciente como a más largo plazo, y los acontecimientos se convierten en motores de la guerra. Ningún contexto excusa actos horrendos. Entender el contexto, sin embargo, puede ayudarnos a comprender lo que está ocurriendo ahora.
Parece un concepto bastante básico, ¿verdad? Pero es sorprendente con qué facilidad (o quizá deliberadamente) se malinterpreta.
Al pedir ayer un alto el fuego humanitario en Gaza, el Secretario General de la ONU, António Guterres, condenó los "atroces" ataques de Hamás del 7 de octubre y señaló que esos ataques "no se produjeron en el vacío".
"El pueblo palestino lleva 56 años sometido a una ocupación asfixiante", afirmó Guterres. "Han visto su tierra constantemente devorada por los asentamientos y asolada por la violencia; su economía asfixiada; su pueblo desplazado y sus hogares demolidos".
El gobierno de Israel se indignó. El ministro de Asuntos Exteriores canceló una reunión con Guterres, y el embajador de Israel ante la ONU pidió a Guterres que dimitiera inmediatamente, afirmando que los comentarios del Secretario General "constituyen una justificación del terrorismo y el asesinato".
Pero, ¿nombrar el contexto del conflicto -esas raíces que son múltiples y profundas- justifica necesariamente los crímenes cometidos dentro del conflicto?
Realmente no lo parece.
Guterres fue muy claro en su discurso de ayer: "He condenado inequívocamente los horribles actos de terror sin precedentes cometidos por Hamás el 7 de octubre en Israel". No estaba justificando ningún crimen en absoluto.
También señaló acertadamente que el bloqueo de Gaza equivalía al "castigo colectivo del pueblo palestino" y violaba el derecho internacional. Buscaba un alto el fuego humanitario para poner fin al "sufrimiento épico" en la Franja de Gaza, donde miles de civiles han muerto en ataques aéreos y los hospitales no pueden funcionar. Israel ha cortado el suministro de agua y electricidad y bloqueado los envíos de combustible.
Guterres prosiguió: "Debemos exigir a todas las partes que defiendan y respeten sus obligaciones en virtud del derecho internacional humanitario; que tengan un cuidado constante en la conducción de las operaciones militares para preservar a los civiles..."
"Incluso la guerra tiene reglas", dijo.
Y sea cual sea el contexto y la historia, esas normas se aplican a todas las partes.
Las atrocidades no justifican las atrocidades.
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